En HISTOPATOLOGIA, el tiempo transcurrido desde la muerte y la autolisis son los principales impedimentos para una evaluación correcta de las lesiones y la detección de agentes infecciosos en las células entéricas. Por ejemplo, 20 – 30 minutos tras la muerte hay un desprendimiento difuso de los enterocitos de la punta de las vellosidades debido a la autolisis, que hace imposible el diagnóstico histopatológico de ETEC e I. suis. A las dos horas postmortem, todo el tejido desde el medio hasta la punta de las vellosidades se vuelve eosinofílico sin distinción entre células debido a la autolisis. Como que la mayoría de muestras llegan al laboratorio al día siguiente de su recogida, el envío exclusivo de muestras intestinales limitaría significativamente, o incluso impediría, una evaluación histológica apropiada. Como consecuencia, es básico que, si no vas a mandar animales vivos al laboratorio, recojas las muestras intestinales justo después de la eutanasia de los lechones. Los fragmentos de intestino deben tener de 2 a 3 cm de longitud y proceder de 2 porciones del íleon, entre 4 y 5 del yeyuno, uno del ciego, uno del colon proximal y 2 del colon espiral y estar fijadas en formalina (al 10%) en bolsas o recipientes de plástico. También deben enviarse linfonodos mesentéricos y fragmentos de hígado. Todas estas muestras se utilizarán para examen histopatológico y, en algunos casos, también para inmunohistoquímica (PED, TGE, Rotavirus) o hibridación in situ (ISH).
Además de las muestras fijadas en formalina, es importante enviar muestras frescas para bacteriología, virología y análisis moleculares y biológicos. Los fragmentos deben ser de 10 a 15 cm de longitud del íleon y yeyuno y las porciones restantes del ciego y colon espiral y pueden enviarse en una bolsa de plástico. Los linfonodos mesentéricos y fragmentos de hígado deben enviarse en bolsas separadas, para evitar contaminaciones.
La evaluación histológica de las secciones intestinales mencionadas anteriormente debería permitir acotar los posibles agentes involucrados en el proceso y, en algunos casos, definir la presencia de agentes infecciosos. Por ejemplo, la atrofia de las vellosidades puede estar causada por coccidios (I. suis), Rotavirus, GETv, PEDv, Deltacoronavirus o incluso C. perfringens tipo A. Si las muestras pertenecen a lechones de más de cinco o seis días, podemos encontrar formas sexuales o asexuales de I. suis en el citoplasma de los enterocitos del extremo de las vellosidades. Si no se encuentran coccidios, puede realizarse inmunohistoquímica para detectar la presencia de antígenos víricos de Rotavirus o Coronavirus en los enterocitos. En casi todos los casos de ETEC, el examen histológico permitirá la detección de una miríada de organismos cocobacilares adheridos a la superficie del enterocito en la base o en la pared lateral de las vellosidades. C. perfringens tipo C causará una lesión transmural fibrinonecrótica y hemorrágica de distribución segmentaria en el intestino delgado. C. difficile es el único agente infeccioso que causará lesiones en el intestino grueso. El edema de mesocolon se observa a menudo. Los principales hallazgos en casos de infección por C. difficile son la reducción de las células caliciformes y una gran infiltración de neutrófilos en la mucosa (del colon que, en algunos casos, rompen el epitelio como una erupción volcánica. C. perfringens tipo A es el más difícil de determinar por histopatología, ya que puede causar atrofia de las vellosidades, pero el hecho de no encontrar esta lesión no descarta dicha posibilidad. (Roberto MC Guedes)